Desconexión
No sé en qué punto me perdí, si fue una parte de mí misma la que murió, la dejé partir o me hice a la idea de que mi propio camino estaría alli para mi en cualquier momento...
La cosa es que me encantaba dibujar ¡y en cualquier lado! Pero sobretodo en las paredes. Lo hacía a escondidas y prefería crear mis personajes amorfos y quimeras, a repetir la realidad que me parecía monótona mi niñez.
Por supuesto que no era una práctica muy aceptada por mi madre, la cual me obligaba a borrarlo y hasta a pintar nuevamente las paredes. Muchos de mis dibujos se perdieron asi; y hasta estoy segura que fueron varios los amigos imaginarios que perecieron entre los muros y mis garabatos borrados.
Hubiera sido sin duda, una de esas personas que lo raya todo: cuadernos, libros y hojas de todo tipo, inclusive las de un árbol...
Pero un día dejé de dibujar. No hubo ni hojas, ni libros, ni libretas manchadas con un solo trazo extra. Al día de hoy, detesto rayar un libro pues es tan sagrado para mí, como lo es una reliquia familiar.
Y sin embargo, estudié artes. Y me pidieron dibujar, rayar, trazar, manchar, plasmar y repetir todo mi mundo. Y no, no era lo mismo.
Ya no cuento con esa chispa infantil de crear, imaginar y explotar lo que tengo en mente. Pues mi razonamiento ha madurado y este, se mantiene encerrado en una prisión que desea abrirse, pero por temor, no lo ha hecho.
¿Qué importa lo que digan? ¿Qué importan los métodos o los caminos, sino el resultado? ¿Qué me impide el seguir sacando el lápiz en lugares públicos y privados y llegar a un acuerdo con el papel para finalmente tener mis garabatos? Yo creo que nada importante, pues solo es el terror al error y al desprecio.
Y como todo terror, hay que confrontarlo, y de frente, y con la espada desenvainada y con el corazón al descubierto, y con la chispa ardiendo y con la certeza de que no importa si el dibujo es malo, chueco, inmoral o conflictivo, pues como dice el dicho: "bien o mal, pero que hablen".
Comentarios
Publicar un comentario
Gracias por comentar :D