Animextli

Al día de hoy, me he dado a la tarea de hacer dos publicaciones semanales en mis redes sociales, lo cual, si bien pareciera normal y sencillo, me ha llevado a hacer algunos sacrificios, jalones de oreja y quiebres de cabeza al explotar una rama que pareciera sencilla y directa: la encuadernación. Por ello, poco a poco me he vuelto flexible, sin atravesar el camino sencillo y decir "bueno, así se hace una libreta", en cambio, me he adentrado en un mundo donde se va diseñando, creando, implementando nuevos materiales y técnicas que en sí, no parecieran muy cercanas. Para mejor ejemplo, revisen el post del próximo jueves, será divertido ver esa buena transparencia. Diseñar y crear algo sencillo y elegante es la punta del iceberg, porque claro, una libreta útil y resistente, requiere buenos materiales, pero también una excelente ingeniería interna y pensar mucho en qué es ese camino que atravesará llamado escritura, dibujo y pintura. Un artista encuadernador debe pensar más allá

Antiguamente pensaba que al concluir un año, esté agonizaba, a manera de un enfermo terminal que tenía que volver a ser parte del círculo de la vida; sin embargo, este año se volvió uno de reflexión donde, tras una contingencia donde los lazos, sueños e ilusiones se fueron rompiendo por el 2020; se pedía a gritos salir adelante, logrado en parte por el uso de lo tecnológico, pero en lo particular, a mí me hacía falta una introspección de habilidades, aptitudes y claro, proyecto tras proyecto para saber de lo que soy capaz. No, este año no agonizó, sino que me permitió saber qué era lo que hacía falta, cómo creció, disfrutó de momentos buenos y malos, qué necesitaba, esperaba y deseaba obtener, cómo mis proyectos personales se volvieron una prioridad y el balancearlo con lo profesional y lo laboral fue toda una odisea, pero me alegro compartir que he dado un paso adelante, puesto que este año ¡voy con todo! Mis palabras pueden ser solo de lectura amena, o de disfrute de nuestra mascota