Hilos entre los dedos

 


Al rozar los dedos y deslizarse el hilo por el gancho, me dí cuenta de que algo me había hecho falta hasta ese momento. Estaba de nuevo en casa y al mismo tiempo, tejiendo en el extranjero...


Es curioso cómo objetos tan comunes pueden despertar tantos recuerdos. Y los tenía tan a la mano como recogerlos del mismo suelo, cosa que además, era cierta. ¿Han juntado alguna vez anillas de lata? De esas que parece que a los más ebrios les gusta aventar; o hasta aquellas grandes que vienen junto con empaques diversos como lo son las conservas o las sardinas.


Una sola puntada y ya había viajado cientos de kilómetros, a mi hogar y a un punto tan reconfortante para mis manos, pues habían recordado que pueden crear. 


Pero, con el tiempo, había olvidado tanto...


Acomodando una zona caótica de casa, me encontré con un pequeño bolsito, una sencilla bolsa de mano que se había concebido como transportadora de un monedero, un pañuelo y mi celular, nada más. No necesitaba ser elegante, solo, ser útil y curioso.


De anillas de lata y de estambre delgadísimo, casi hilo. Por su peculiar puntada, podía extenderse y hacer caber mucho más de lo esperado, toda una necesidad para mí, pues me gusta rellenar mis mochilas al máximo y una bolsa común no es suficiente.


En fin, fue justo lo que necesitaba para aterrizar un proyecto que he pospuesto por algún tiempo, pues tengo falta de ideas y poca inspiración. 


Ver las anillas trabajar tan bien con el hilo y hacerlas ver tan curiosas, me pareció increíble, brillante. La idea perfecta rescatada del completo olvido.


¡Es hora de tejer!



¿Que si ya terminé de acomodar? Aún no, pero ya estoy en el punto donde solo voy avanzando con lo que tengo en casa y sacando lo que ya no necesito.


Nos leemos la próxima semana. 😀

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